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Cómo enfrentar la pérdida. Parte 1. La conmoción. (Demo)

“Una pequeña pérdida hace que te encuentres; una gran pérdida hace que encuentres a Dios” IFF

12 de diciembre de 2017, 1:00 pm. Mi esposo y yo estábamos listos para la revisión de rutina con el médico, ansiábamos escuchar el corazón de nuestro bebé de once semanas. Ese mismo día estábamos cumpliendo tres años de matrimonio, qué mejor regalo de aniversario que escuchar esos preciosos latidos.

De pronto el médico dijo lo que no esperábamos: El corazón de tu bebé no está latiendo, dejó de latir hace tres semanas. Las lágrimas comenzaron a brotar sin ningún control, mientras mi esposo me abrazaba lo más fuerte que podía. Ambos estábamos conmocionados. Vinieron a mi mente pensamientos de culpa, ¿Qué hice mal? ¿Fue algo que no debí comer? ¿Quizá porque estuve preocupada los últimos días? Sentí que mi cuerpo me había fallado y en consecuencia, yo le había fallado a mi bebé. Él había fallecido hace tres semanas y yo, ni siquiera lo supe.

Salimos del consultorio abatidos, la ilusión con la que habíamos entrado minutos antes, se había ido. Nuestro ansiado bebé ya no estaba con nosotros. De pronto, me encontraba de frente a la fría pérdida, quisiera o no, tendría que transitar el camino del dolor, sí o sí.

No sé cuál sea la pérdida por la que estás atravesando, quizá murió un familiar cercano, tu pareja te abandonó, te estás divorciando, perdiste tu trabajo, terminaste una relación o tuviste una pérdida financiera, puede ser que perdiste a tu bebé, como me sucedió a mí. Cualquiera que ésta sea, tú y yo sabemos que perder lo que amas duele, te cimbra el corazón, lo prensa hasta que crees que va a reventar. Te toma por sorpresa y eso te sacude.

Tu y yo hemos experimentado cómo la pérdida te encarrila en un camino sombrío que no esperabas recorrer y de pronto, estás llorando y gimiendo por la misma causa que un segundo antes te llenaba de alegría y anhelo. Aquello que esperabas se ha ido y esa es la realidad.

Por eso es a ti, a quien escribiré los próximos mensajes, porque Dios ha puesto en mi corazón compartir contigo lo que he vivido y aprendido. Este es el primer mensaje de una serie que he llamado: “Cómo enfrentar la pérdida”, en la que espero encuentres consuelo, preparación para las crisis que vendrán o bien, buenos consejos para que apoyes a quien se encuentra atravesando momentos dolorosos.

Quiero que tengas en tus manos el producto destilado de mis lágrimas, que se han mezclado de forma dulce con la palabra del Señor, con madrugadas de oración intensa, mañanas de llanto desesperado, días en los que he clamado a Dios como nunca lo había hecho, y sobre todo, compartirte lo que he extraído en conversaciones íntimas con mi Padre.

Deseo escribirte estos mensajes en honor a mi amado bebé que ahora está en presencia de Jesús y que su partida se convierta en un fruto precioso que crezca en tu corazón.

Mi trayecto a la sanación aún no ha terminado, pero desde el primer segundo de conmoción Dios no se ha apartado de mí, lo he conocido como nunca antes, y deseo con toda mi alma, ser capaz de trasmitirte el lo que he recibido en estos días difíciles.

Espero que me acompañes en este camino y que terminemos más fortalecidos que cuando comenzó todo.

Esta primera etapa, que sucede cuando recibes la terrible noticia o aquel evento doloroso ocurre, la he llamado La Conmoción. Acabas de percatarte que perdiste algo o a alguien, estás ofuscado, tu mente no digiere la verdad. Aprendí que en este momento el único pensamiento que calma, es saber que cualquiera que sea la pérdida, no es demasiado grande para ser sanada por el Señor, que Él no te abandona jamás, tampoco se sorprende de lo que estás pasando, aunque sí se duele contigo. Y Él es el único camino verdadero a la sanación.

Aférrate a esas verdades y no permitas que la culpa, el miedo ni el enojo entren a tu corazón. Vamos un paso a la vez. Por ahora, solo concéntrate en tomar su mano y no soltarla.

Tarea

Menciona en voz alta la pérdida que te está doliendo. Ya sea actual o alguna que no hayas sanado aún. Luego pide a Dios que te conduzca por el camino del duelo a su lado.

Si no sabes qué leer en la Biblia, repite una y otra vez en voz alta el Salmo 62:5.

Oración

Señor, haber perdido [menciona tu pérdida] me duele mucho, ayúdame a atravesar la pena de tu mano. No te soltaré porque eres el único camino hacia la verdadera sanidad. No entiendo por qué sucede esto, pero por ahora solo descansaré en ti y dejaré que me guíes. Amén.

Por: Adriana Monroy

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